FUTURO






Dicen que los científicos han conseguido teletransportar un fotón. Es decir, llevar una partícula, de forma instantánea, de un sitio a otro. De hecho llevan varios años haciéndolo -y yo sin enterarme-. Primero, a través de un par de kilómetros. Hace poco, los chinos consiguieron teleportar una particula a 97 kilómetros. Pero recientemente, un grupo de científicos europeos batieron este record enviando un fotón a 143 kilómetros de distancia, concretamente entre las islas canarias de Tenerife y La Palma. Después, leyendo con más detenimiento, me entero de que  la partícula en sí no se movió, sino que transfirió sus características cuánticas, sea esto lo que quiera que sea, a otra partícula -situada en el otro extremo del experimento- haciendo de ella un doble exacto de la primera. La partícula en concreto era un fotón. El fotón es muy apropiado para estos experimentos, pues carece de masa. Es, al mismo tiempo partícula y onda, y transporta la radiación electromagnética, como por ejemplo, la luz visible.

Pero, para empezar, ¿qué es teletransportación? Supongo que a todo el mundo, al escuchar esta palabra, se le viene a la cabeza la serie Star Trek. En esta franquicia televisiva y cinematográfica, los personajes se movían con un sistema en el cual se desintegraban para luego volver a materializarse en el lugar de destino.
Lo utilizaban para desembarcar en los planetas desde su nave en órbita o para el transbordo de una nave a otra. Memorable, en este sentido, aunque también un poco truculenta, la escena de "Star Trek, la pelicula" (Star Trek, the motion picture, 1979) en la que la máquina teletransportadora falla o sufre una pérdida de energía y las dos personas que en ese momento se estaban transportando empiezan a materializarse de manera caótica entre horribles sufrimientos hasta que mueren desintegrados. Bueno, pero esto solo ocurrió esa vez. Las demás, siempre salió bien.
 De todo esto se deduce que la teletransportación ideada por la literatura y el cine de ciencia ficción es un sistema por el cual un objeto o un ser humano se descompone en sus partículas y estas viajan de manera instantánea al punto de destino donde vuelven a unirse para formar, de nuevo, el objeto o el cuerpo de la persona. Se supone que el dispositivo genera un código o patrón para que las partículas sepan como volver a unirse. Lo fascinante de este medio de transporte es que tiene algo de místico y se parece a eso que llaman viaje astral, que es más una experiencia espiritual  que un viaje verdadero. De todas formas, no hace falta añadir que la idea es un hallazgo "económico"  ya que ahorra un montón en maquetas de naves de desembarco y resto de efectos especiales de aterrizajes, acoplamiento de naves, etc.

  Quizá en la realidad se consiga algún día. Pero pienso que hay que ser muy atrevido para permitir que disgreguen tu cuerpo con la esperanza de que se vuelva a formar exactamente igual en un sitio remoto. Y si no, que se lo digan al protagonista de La Mosca (The Fly, 1958 [David Hedison] y The Fly, 1986 [Jeff Goldblum]), que, hallándose en pleno experimento con una cabinas teletransportadoras de su invención, tuvo la mala suerte de que una mosca se coló en su cabina, y cuando se materializó al otro lado, llevaba las moléculas del cuerpo de la mosca mezcladas en el suyo, lo cual le produjo unos efectos realmente desagradables.

 
                                  


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